Parece que ha llegado el fin de esta etapa que nos ha tocado vivir. Si nos hubieran contado esto a principios de año hubiésemos puesto la mano en el fuego diciendo que ese escenario era imposible. Pero ha sido real y todavía sigue. La mayoría te dirá ahora que se volverá a repetir, ahora si que nos lo creemos, pero yo quiero pensar que vamos a saber actuar con consecuencia y que vamos a poder contrarrestar este virus. Tal vez haya rebrotes, pero espero que esta vez se actúe más rápido y de una forma más localizada, para que todo esto no vuelva a empezar.
Pero este no es mi asunto hoy.
Da la casualidad que esta semana me ha costado muchísimo decidirme sobre qué escribir hoy por aquí. He pensado y pensado desde el mismo momento en que pulsé el botón de «Publicar» en mi post anterior, también he buscado en mi lista de ideas y opciones de posibles entrada… y nada. Nada me encajaba hoy.
¿Y sabéis qué? Que creo que esta semana me he dejado llevar por el momento, o por mis pensamientos, y esto ha provocado una especie de bloqueo que me ha anulado totalmente a dar por buena cualquiera de las ideas que otra semana si me hubieran funcionado. Es raro. Tal vez esa entrada funciones mejor o peor para vosotras, las que leeís, pero independientemente de eso, antes me tiene que funcionar a mi. Tengo que estar contenta con lo que escribo.
Esta entrada tiene que ver con ese colapso mental y lo que me lo está provocando. Y también me sirve para desahogarme.
Y uno de los pensamientos de esta semana, que no ha parado de sonar en mi radiomente {como diría Charuca}, es que necesito, mucho más de lo que siempre hubiera creído, contacto con el mundo. Necesito ver cosas, situaciones distintas, lugares diferentes, personas dialogando… lo que sea, pero necesito retroalimentarme.
Creo que llevo diciendo muchísimo tiempo, tanto que ya ni me acuerdo, que yo sería feliz perdida en una montaña o en un pueblecito minúsculo sin gente si tuviera libros y acceso a internet. Lo tendría todo, ¿no?. Pues esta cuarentena me ha hecho darme cuenta que «de eso nada», que me vaya quitando esa idea de la cabeza y que deje de decirlo, porque ahora, con esta edad que tengo y las circunstancias que me rodean, no sería capaz de llevar a cabo esa romántica idea.
Hoy por hoy necesito más.

Esto no quita, por supuesto, que yo sigo amando la tranquilidad de encerrarme un finde en casa o estar desconectada de todo lo que no son responsabilidades, pero tiene que ser un 50-50, tiene que haber más. Creo que llevo prácticamente tres meses sin hacer otra cosa que ir al supermercado o a casa de mis padres a llevar la compra. He paseado por el campo, he ido al banco, al médico, he quedado en momentos puntuales con compañeros de trabajo por alguna urgencia… pero ya está, no mucho más.
Y bueno, ya es algo más que vivir en la montaña, ¿no?. Pues lo siento, pero a mi esto ¡no me gusta nada!Si ayer salimos a tomarnos una cerveza y ¡me pareció la bomba!Hasta me recargó pilas.
Echo de menos ir a cualquier sitio que me apetezca sin plantearme antes si puedo-debo. ¿Estoy siendo paranoica? , ¿os pasa lo mismo?. Tengo ganas de ir a Málaga, ir a sitios que me inspiren, que me llenen, visitar librerías, ir a la biblioteca y que todo vuelva a ser normal en ella. No es que antes hiciera muchas de esas cosas con asiduidad, pero a mi este enclaustramiento forzoso me ha hecho necesitarlo.
De viajar, ni hablamos.
En definitiva, a mi este confinamiento me ha hecho darme cuenta que necesito vida y mundo fuera de mi círculo cercano. Me alegra mucho el hecho de haberme dado cuenta de ello, creo que me va a hacer valorar mucho más esos futuros momentos y me va a quitar los pajaritos de mi cabeza en cuanto a que soy superpoderosa con la soledad. Me creía más fuerte en cuanto a eso y no lo soy para nada.
Se hablaba al principio de la pandemia que ésta nos haría mejores. Yo creo que esa frase ya casi está borrada de nuestras mentes, estamos haciendo lo mismo que antes o peor. Pero si esta etapa ha hecho que consigamos reflexionar en cuanto a algún aspecto de nuestras vidas, en algo habremos ganado al virus. El autoconocimiento me parece una fantástica reacción.
Y ya me he desahogado. Hasta la semana que viene.
No Comments