Conocía, huelga decirlo, por experiencia propia, la atracción misteriosa del «juego de reyes», el único entre todos los ideados por el hombre que se sustrae soberanamente a toda tiranía del azar y otorga sus laureles de vencedor de un modo exclusivo al espíritu, más propiamente dicho, a una forma determinada de la habilidad intelectual. ¿Pero se comete una falta de empequeñecimiento humillante con sólo tildar de juego al ajedrez? ¿No es también una ciencia, una técnica, un arte, algo que se cierra entre esas categorías, como el ataúd de Mahoma entre el cielo y la tierra, una trabazón única entre todos los contrastes: Antiquísimo y eternamente joven; mecánico en la disposición, y, sin embargo, eficaz solamente por obra de la fantasía; limitado en el espacio, geométricamente fijo y ala vez ilimitado en sus combinaciones; desarrollándose de continuo y no obstante, estéril; un pensar que no conduce a nada; una matemática que nada soluciona; un arte sin obras; una arquitectura sin sustancia, y, no obstante, evidentemente más duradero en su existencia y ser que todos los libros y obras de arte; el único juego propio de todos los pueblos y tiempos y del que nadie sabe qué dios lo legó a la tierra para matar el hastío, aguzar los sentidos y poner en tensión el alma? ¿Dónde empieza, dónde termina?
Por fragmentos como éste es un placer leer a Stefan Zweig.
Buag…
Qué forma tan extraordinaria y maravillosa de hablar-definir el ajedrez.
Qué manera de hacer que aquellos que amamos el ajedrez lo amemos aún más.
Novela de ajedrez cuenta la historia de dos hombres diametralmente opuestos para los que, por motivos muy distintos, el ajedrez termina convirtiéndose en su tabla de salvación. Como si de una novela se tratara { 😉 }, esos dos hombres se encuentran en un viaje en barco desde Nueva York a Buenos Aires y ese trayecto y mucho de lo que transcurre en él, será contado por un maravilloso narrador que interactúa con ambos.
Abro corchete para ese narrador. {Maravillo narrador, diría yo, de esos narradores especiales que saben contarlo todo con una delicadeza extrema, de una forma no completamente objetiva que hace que también lo conozcas a él y se convierta en otro protagonista; de esos narradores que interactúan en la acción y que son incapaces de callarse en momentos de tensión; de esos narradores que te invitan a sentarte allí, en el lugar de la acción, y que te hacen sentirte parte del escenario}.
Yo dividiría Novela de ajedrez en tres partes: la historia de Mirko Czentovicz (el mejor jugador de ajedrez del mundo), la historia de «el señor B» (un vienés que huye de los nazis), y las partidas de ajedrez que hacen que éstos se conozcan. Sin duda alguna, la historia de «el señor B» ha sido la más conmovedora e impactante para mi. Esas sensaciones, esos miedos que «el señor B» transmite a nuestro maravilloso narrador los sentí al leerlos como muy vividos, como muy reales.
Si bien Carta de una desconocida, el único libro que he leído anteriormente del autor, me pareció una auténtica joya, no consiguió acercarme tanto a Stefan Zweig como lo ha hecho Novela de ajedrez.
Novela de ajedrez te incita a investigar. El profundo miedo que siente «el señor B» y que traspasa las páginas, tiene que venir de algún lado, y lo primero que se te viene a la cabeza es que parte de ese miedo es autobiográfico. Así que por supuesto que fue casi obligatorio para mí empaparme de parte de la vida de su autor.
Os invito a hacerlo. Si es cuando hayáis leído esta maravilla, mejor.
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