Tengo muy pero que muy abandonado el blog en cuanto a libros. Y me da una penita…
Así que hoy ya me he dicho que no podía no hablar de libros, ¡que ya está bien!
Pero hay un problema. Estoy tan espesa que me siento incapaz de escribir una reseña: no estoy para sentarme frente al ordenador y expresar adecuadamente lo que me ha hecho sentir alguno de mis últimos libros. Así que hoy vengo en plan ligerito y os voy a contar los últimos libros que han entrado en mi estantería.
Bueno, antes os voy a hablar de mi estantería. Porque me da la gana.
Pues resulta que soy una lectora con muy pero que muy poquitos libros. La cosa viene de largo. Yo he sido de BIBLIOTECA siempre. El tema es que yo me siento feliz en una biblioteca. Desde siempre, desde pequeñita. Soy de las que he estudiado toda la carrera en la biblioteca, de las que he ido de noche cuando la abrían en periodo de exámenes, tengo mil recuerdos en mi mente de bibliotecas, y cuando me siento mal, me voy a una biblioteca. Por consecuencia… siempre he sacado libros de la biblioteca.
Cuando empecé a trabajar me dije: «ya puedo comprarme mis libros».
Pero entonces me pasé un año viviendo en Teruel. Llenando mi casa de libros y de todo lo que me apetecía con mi nuevo «poder adquisitivo». Y llegó el día de irme. Y no sabéis lo que había en ese piso. Me encontré sola haciendo la mudanza y llenando un coche «tipo Kangoo» sin espacio suficiente para lo que tenía que desplazar. Lo pasé fatal. Me dio un bajonazo enorme y lloré lo que no está escrito. Encima no pude venirme el día previsto porque ni me dio tiempo.
Y entonces me hice una promesa a mi misma: «A partir de ahora, viajo con una maleta. Sólo lo justo y necesario allí donde vaya».
Y así he estado 11 años. Once años de aquí para allá en los que he llevado muy poquitas cosas. Muy poquitos libros. Allí donde iba, buscaba la biblioteca. ¿Sabéis cuántas he descubierto? Más recuerdos.
Cuando llegué a Marruecos, ni biblioteca, ni librería, ni maleta. Los libros me duraban lo que me parecían cinco minutos y después me tocaba esperar a volver a España. Y entonces nació este blog. Y entonces mi chico me regaló la Kindle. No ha habido mejor regalo en el mundo que esa Kindle para mis tres años en Marruecos. ¡Cuánto l@ quiero! {Tengo que escribir una entrada llamada «Oda a mi Kindle». La defiendo a muerte, le atribuyo efectos beneficiosos}.
Y ahora… La situación cambia poco porque mi casa es muy pequeñita y cabe lo justo. Así que empiezo a adquirir libros, pero me los pienso muy mucho. Entre otras cosas, porque durante mi periodo consumista, pocos fueron los libros con los que acerté. Mejor ni hablar de muchos de ellos.
{Al final me he enrollado como una persiana. Como siempre. Necesito TIPS para evitarlo, por favor}.
Dicho lo cual, cuando tengo libros nuevos, los valoro MUCHO MUCHO MUCHO más. Y los últimos son:
EL DESEADO, o lo que es lo mismo, Cien años de soledad. No recuerdo ni el tiempo que llevo con ganas de leerlo… pero tengo dos condiciones impuestas por mi misma para esta historia: leerlo en papel y lentamente. Mi amiga Ángela, que es fan absoluta de Cien años de soledad me dijo que cuando lo leyera lo hiciera con lápiz y papel a mi lado, y que fuese creando a la vez el árbol genealógico de la familia. No me imagino cuántos personajes han de aparecer para que Ángela me lo aconseje… y lo haré, porque lo que dice mi amiga en cuanto a libros… ¡va a misa!.
Por azares del destino, los padres de una de mis mejores amigas me lo regalaron por mi boda, y no sabéis que ilusión me hizo. Lo recordaré siempre. Además han tenido el detalle de escribir unas palabras en él con unas palabras preciosas. Sin lugar a dudas, uno de esos pequeños detalles que hacen revalorizar el libro exponencialmente. Desde aquí gracias, Isabel y Jose María.
¡Otro regalo!!!!! Mis chicas también me lo regalaron antes de la boda en una de mis despedidas. La verdad es que mis chicas me han regalado un montón de cosas que ni esperaba y ni se me hubiera ocurrido comprar. Menos mal que las tengo a ellas.
Saben que los libros son acierto asegurado, y que me hacen un poco más feliz. En esta ocasión me regalaron La Trilogía de Nueva York y La fabulosa taberna de McSorley, entre otras cosas porque mi viaje era a Nueva York. Mi intención era leerlos antes del viaje, para que cuando estuviera allí pudiera relacionar algunos escenarios con el libro. Pero mi gozo en un pozo, no me dio tiempo. Están pendientes y les tengo muchísimas ganas: son dos ediciones preciosas que te hacen amar aún más los libros.
Estos los vi en RE-READ y no pude evitar traérmelos. El de Lorca porque La casa de Bernarda Alba me trae recuerdos maravillosos y encima no había leído Bodas de sangre. Ya ha caído, y cómo no, es una auténtica maravilla, es UN LORCA.
Antonio y Cleopatra lo compré por tremenda curiosidad. Lo que he leído de Shakespeare lo relaciono con cuentecitos o con la trágica historia de amor de Romeo y Julieta. Y la pareja de este libro, como que no me encaja con el autor demasiado… así que para la saca, par averiguar. De todas formas, es que yo soy muy fan del autor. Me encantaaaaa.
Emma de Jane Austen. No hay que dar ninguna explicación para traerse este libro a casa. Lo cierto es que me gustaría tener, algún día, todos los libros de la autora. Éste lo compré en una pequeña feria del libro al que fui con mis amigas. Ya os contaré que me «provoca» Emma.
Por cierto, es imposible no traerse algo de una feria del libro, imposible!!! Pero desde aquí aprovecho para decir que algún stand, aunque sea uno solo, debería ser de libros de ediciones preciosas y que te den ganas de dejar ahí la tarjeta de crédito. Es que mil veces encuentro libros que me encantan y que no me traigo porque son muy chapuceros… ¡No puedes ser!.
Y ya está, que la entrada se ha hecho eterna.
¿Muy de clasicazos no??? Qué le voy a hacer, me dicen cómprame. ¿Por cuál empiezo? No sé para qué pregunto si no os voy a hacer caso, pero EL DESEADO me está llamando. Pero eso si, lo haré ya en 2018, que a día de hoy, mi reto GR me prohibe leer libros largos.
No Comments