Hoy, por fin, estoy de vacaciones. ¡Cuánto las he pensado!
Para mi las vacaciones significan algo más que viajar. Las tomo como un descanso mental, un descanso total a nivel obligaciones, un paréntesis donde lo único que vale es hacer lo que me apetezca.
Y cómo llevo mucho tiempo echando de menos el blog y ponerme a escribir por aquí, a mi estas vacaciones lo que me apetece es publicar. Así que aquí estoy, con mi portátil a cuestas, y aunque mi propósito no sea contar nuestra ruta o cada detalle de cada pueblo, me apetece hacer un pequeño cuaderno de viaje.
Nunca lo he hecho, así que esto será un total experimento.
No sé lo que publicaré. No sé si publicaré cada día. No sé si escribiré el Quijote o un par de líneas. Pero quiero quedarme con este recuerdo de forma virtual.
Una de las marcas personales de Portugal son sus empedrados y yo siempre seré una profunda enamorada de ellos. ¿Cómo no empezar este cuaderno de viaje sin una foto de ellos? Me fascinan las pedazo de fotazas que hacen los buenos fotógrafos y cuando veo una de ellas por las redes, me paro enseguida para sumergirme en el lugar. Esta es mi primer clic, espero traer más.
Y tras kilómetros y kilómetros para llegar hasta aquí, hoy sólo nos ha dado tiempo a comer rico, pasear por un pequeñísimo pueblo de a penas 10 casas que me ha encantado, y mirar al Atlántico desde un mirador maravilloso. Recuerdos infinitos de Moulay Bousselham, donde cominos casi cada mediodía durante tres años en Marruecos, por su enorme parecido.
¿Y que os parece esa cabina? Me encanta encontrarme con cositas así en cada viaje.
Nos hemos movido a otro pueblito ya bien entrada la tarde, y me ha sorprendido ver a tanto español. Tanto español comprando. Y todos cargadísimos. Pues nada, que no hemos podido hacer otra cosa que investigar.
Hemos encontrado un tesorito de puesto donde vendían vajilla. Dios mío, si mi amiga Eli supiese de ese puesto, se lo llevaba al completo. Nosotros nos hemos hecho con un pequeño botín: bajo plato, plato hondo y plato llano pequeño para casa. Como curiosidad, no había seis y nos hemos tenido que traer sólo 5 piezas de cada uno 😉 😉 😉 En definitiva, 15 piezas por 15 euros. ¿Cómo?. Se vendían como churros y todo lo llevaba solita una señora majísima. Si tuviese una casa más grande me traigo de todo: jarras, ensaladeras, tazones, tazas… Para casa no, pero algún que otro regalillo a caído…
Y para finalizar, pizza para llevar y durante la espera, partido de la Champions de fondo. Sé que E lo archivará en su fichero de fútbol para recordarme en algún momento futuro que «ese partido lo vimos nuestra primera noche en el Algarve, en esa pizzería oscura en la que entramos donde la mujer se hizo un lío cuando nos daba la cuenta…»
¿Nos vemos mañana?
No Comments